Daniela Sandoval.
En 2013, la Organización de las Naciones Unidas declaró el “Decenio Internacional para las Personas Afrodescendientes” con el objetivo de impulsar los derechos de las personas de ascendencia africana, el cual concluirá en diciembre del 2024.
Y es que en muchos países del mundo existen personas afrodescendientes, pero viven fuera de este continente a consecuencia de la diáspora africana que derivó de la esclavitud.
México no es la excepción. Sin embargo, la integrante del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Citlali Quecha Reyna, señala que la ideología del mestizaje, bajo la cual se construyó la nación mexicana donde hubo una mezcla de la población indígena y española, contribuyó a la exclusión y representación de la población afrodescendiente en nuestro país, así como a su invisibilización.
La civilización de las poblaciones afrodescendientes es un hecho histórico muy importante que tiene que ver con la conformación misma del Estado nacional mexicano que se ha sustentado en la idea de que hay dos herencias culturales importantes, que son la indígena y la española, y que las y los mexicanos somos descendientes de esas mezclas genéticas, civilizatorias y, por lo tanto, la mexicanidad está sustentada en esas, en esas dos grandes ramificaciones culturales entendidas de manera muy sintética
En México, viven más de dos millones y medio de personas que se reconocen como descendientes africanos; representan el dos por ciento de la población total del país, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía recabados en 2020, el año donde, por primera vez, este instituto incorporó la categoría de “afrodescendientes” en un censo de población.
El Decenio Internacional para las Personas Afrodescendientes de la ONU tiene tres pilares fundamentales: el reconocimiento, la justicia y el desarrollo de este sector social, ya que a pesar de que se trata de un grupo étnico minoritario, en términos estadísticos, su presencia y contribuciones a la sociedad mexicana han sido significativas y; sin embargo, se han invisibilizado.
Al formar parte de la población mexicana en su conjunto, y al ser ésta una nación democrática, su representación y participación en la vida pública es importante, así lo asegura el académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México, Igor Vivero Ávila.
Para cualquier sistema democrático es indispensable que los grupos vulnerables o minorías no solo cuenten con la oportunidad de participar, sino que tengan espacios de representación en la toma de decisiones. Entonces en ese sentido, el diseño institucional para fortalecer un sistema democratico tiene que garantizar estos espacios de representación
No es sorprendente mencionar que en México, como en otras naciones, las poblaciones afrodescendientes han enfrentado históricamente una serie de desafíos y discriminaciones, lo que se traduce en la falta de acceso a oportunidades económicas, educativas y políticas.
Estas situaciones tienen su origen en el racismo, es decir, una forma de discriminación en la cual se menosprecia a un persona o grupo solo por su color de piel; aunado a la falta de reconocimiento simbólico que se dio después del proceso del mestizaje.
Sin embargo, en 2019, se publicó en el Diario Oficial de la Federación una reforma constitucional que reconoce a los pueblos y comunidades afromexicanas como parte de la composición pluricultural de nuestra nación.
De esta manera, se dio un paso fundamental en contrarrestar las desigualdades sociales a las que se enfrenta este grupo poblacional, como lo señala la especialista de la UNAM, Quecha Reyna.
Lo que vemos ahora es que hay una paulatina visibilización, cada vez una mayor emergencia en la palestra pública de las poblaciones afromexicanas, en particular desde los años 90, principios del 2000, en específico, que es cuando ya estas poblaciones de la diáspora africana que han estado presentes en este país desde la llegada de los conquistadores, pues es cada vez más visible. Todo ello gracias a la construcción de un movimiento social muy importante, el movimiento político afromexicano, que con distintas alianzas con otras organizaciones de la sociedad civil, con academia, con instituciones estratégicas, han logrado sentar bases que son un piso mínimo indispensable, primero, para el reconocimiento de su existencia; segundo, para que derivado de ese reconocimiento de esa existencia, puedan existir también acceso a derechos, es decir, el ejercicio de una ciudadanía diferenciada que beneficie a las poblaciones afromexicanas con miras a revertir las condiciones de marginación que hoy enfrentan y que tienen también un soporte histórico de muy largo aliento. Entonces en términos muy generales hoy día, pues ya hay un reconocimiento constitucional, lo cierto es que aún falta mucho por hacer, otros reconocimientos estatales y no menos importante, la puesta en marcha de leyes secundarias que ayuden a llevar a buen puerto a cumplir la norma constitucional
Cuando las personas afrodescendientes son reconocidas, tienen voz en la política y pueden representar a su comunidad, así como asegurarse de que sus necesidades sean escuchadas y atendidas.
Esto es vital, no solo para este grupo, sino para toda la sociedad, pues al tener representación en el ámbito político, se pueden crear leyes que promuevan la igualdad y combatan la discriminación.
Este año, 2024, nuestro país vive un proceso histórico sin precedentes, no solo por la cantidad de cargos de elección popular que están en disputa, sino también por los mecanismos implementados por los organismos electorales en conjunto con la ciudadanía, que buscan garantizar una verdadera participación y representación de toda la población mexicana.
A nivel local, el Instituto Electoral del Estado de México, implementará por primera vez acciones afirmativas, es decir medidas temporales, para promover una representación equitativa en la toma de decisiones políticas como respuesta a la desigualdad histórica que han vivido ciertos grupos sociales como las poblaciones afrodescendientes.
Pensaría también un poco si tomamos en cuenta la participación política de las mujeres, si se observa cómo se fueron desarrollando las acciones afirmativas hasta llegar al tema de la paridad y de equidad; empezó con una serie de espacios que en algún momento se conocían como cuotas hacia las candidaturas y lo que hemos observado en este en este diseño que hacen los propios partidos políticos es que muchas veces cuando ya está en la ley, encuentran mecanismos de simulación y eso es lo grave que puede darse dentro de estos espacios de representación. En un primer momento fue el tema de la participación política de las mujeres, se avanzó después de ciertas limitaciones, recordemos que las enviaban a distritos no competitivos donde el partido era o que su suplente era de otro género y cuando llegaban a ganar, renunciaron para dar paso en este caso a varones, pues hubo una serie de simulaciones de los partidos políticos y eso, pues no, no llega a buen término, pero se fueron corrigiendo. En el caso de las minorías afro e indígenas también ha sido una larga demanda
De acuerdo con información del IEEM, los partidos políticos deben incluir en sus postulaciones a diputaciones locales o integrantes de ayuntamientos, a personas afromexiquenses de pueblos originarios, así como a otros grupos vulnerables como población con discapacidad y de la comunidad sexogenérica, tanto en la candidatura principal como en la suplente.
Sin embargo, estos mecanismos no son nuevos en el país. En el proceso electoral 2020-2021, el Instituto Nacional Electoral implementó las mismas acciones y los partidos tenían la obligación de postular, al menos, tres fórmulas de candidaturas donde hubiera personas afromexicanas.
Este mecanismo permitió que personas como el activista afromexicano, Sergio Peñaloza Pérez, quien es fundador y presidente de la asociación civil “México Negro”, pudiera postularse y llegar a la Cámara de Diputados Federal.
También fue el caso de la activista afrofeminista, María Celeste Sánchez Sugía, quien llegó como primera senadora de origen africano al Congreso de la Unión.
La investigadora, Quechua Reyna, considera que ambos casos son ejemplos de una lucha por el reconocimiento legal de las poblaciones afrodescendientes en México que continúa.
El Profesor Sergio Peñaloza, a lo largo de varias décadas en la región, logró articular muchos esfuerzos de todo tipo para la posibilidad del reconocimiento constitucional y hoy día es diputado federal, es diputado plurinominal, por el estado de Guerrero. Entonces es muy importante que una persona como la trayectoria de con la trayectoria del profesor Sergio Peñaloza esté también presente en un espacio de toma de decisión tan importante como supone la Cámara la Cámara de Diputados, justo por el debate de las necesidades de las poblaciones a las que él representa. Y para el caso de la Ciudad de México, contamos también con la presencia de la senadora suplente, Celeste Sánchez Sugía, quien también es muy importante su representación política porque son diferentes formas de ser afrodescendiente en este país, la que representan estas dos personas. El profesor, Sergio Peñaloza, es una persona originaria de Guerrero, que toda su vida desarrolló su actividad profesional en la zona; Celeste Sánchez, por su parte, es hija de personas afrodescendientes, ella se reconoce como afro mexicana, nació en Ciudad de México, pero tiene todos, digamos, estos referentes culturales que le dan sentido a su identidad afro y todo su activismo está centrado también en articular esas formas de ser afrodescendiente, ahora desde la Ciudad de México, desde la condición de mujer, desde la agenda de juventud. Ella está en el Senado de la República también y eso pues es muy importante porque finalmente ya nos habla de un precedente significativo
Sin embargo, los especialistas refieren que la representación política de las personas afrodescendientes es solo la primera piedra en la construcción de una sociedad igualitaria, incluyente y respetuosa por lo que se deben sumar más acciones.
Para el académico, Vivero Ávila, la elección de integrantes de estas poblaciones debe ir acompañada de una agenda que garantice sus derechos en todos los ámbitos, que si bien son pasos que toman tiempo como el caso de la paridad de género, no es algo que no pueda lograrse.
Para que no sean simulaciones o no les den vuelta los mismos partidos políticos, habría que revisar si tienen estos mecanismos, les incorporan, más allá de una forma corporativa, incorporan a estas minorías y a estos liderazgos. Es importante la presencia de estos sectores, pero más importante es que la agenda política y programática responda a fortalecer la participación, la representación política de estos grupos, porque puede llegar el caso de que cumpla con todos los requisitos de alguna de las minorías y que el representante de estas minorías no las representa como sucede en la representación en general. Ese es un problema que tenemos dentro de las democracias representativas y esta es una crisis de la democracia representativa, en el sentido de que no hay una representación real, pues hay un alejamiento entre la clase política y la sociedad en general, la ciudadanía. Entonces no solamente que es muy relevante, que ha costado muchos años estas acciones afirmativas, pero que vayan acompañadas de programas políticos claros
En tanto, la investigadora de la UNAM apunta a que también es importante que las instituciones no vean estas acciones solo como el cumplimiento de una agenda a través de cuotas, sino que exista un trabajo real para que las personas afromexicanas tomen los espacios de representación.
Históricamente, las personas afrodescendientes han trabajado a nivel local por sus comunidades. Es ahí donde la desigualdad se ha ido disipando poco a poco, donde pueden abogar por sus propios intereses y necesidades.
Pero como lo señala la investigadora Citlali Quechua Reyna, estos esfuerzos deben llevarse a un foro más grande, donde sean nombrados y visibles e iniciar por eliminar los actos de discriminación que replicamos desde nuestras relaciones más personales.
Basado en la legitimidad política y en el trabajo sustentado cotidiano va a resarcir estas tentaciones de represiones que se pueden evitar y garantizar la apertura de nuevos espacios consolidando en la narrativa pública la necesidad de contar con este tipo de representación, porque cierto es que si bien hay una una creciente, incluso verbalización sobre las poblaciones afrodescendientes, lo podemos escuchar en las noticias cotidianamente también, también en la vida diaria no necesariamente hay todavía una sensibilización mayúscula. Entonces me parece que ese es otro reto importante, es la propia sensibilidad, la permanente socialización de la información sobre la trascendencia de esta presencia, de su importancia para nuestro país, de la necesaria participación política que debe ser garantizada para una garantía de derechos y por supuesto, también trabajar de manera muy insistente en la consecución presupuestal, para realmente desarrollar acciones que redunden en beneficios sociales para para focalizarlos en estas poblaciones directamente. Me parece que esos pueden ser algunos de los retos, salvo, claro, la mejor opinión que puedan tener los propios activistas ya estando el terreno
Recientemente, en 2021, la ONU estableció el día Internacional de las personas afrodescendientes, declarado el 31 de agosto de cada año, con el objetivo de garantizar el reconocimiento y la representación de estas poblaciones.
Imagina cómo te sentirías si no te tomaran en cuenta o te trataran mal solo por tu apariencia. La inclusión de este grupo social en la vida de nuestro país enriquece la diversidad y el pluralismo del país, tal como lo señala el artículo cuarto de nuestra constitución.
Y parafraseando a Rosa Parks, activista estadounidense por los derechos civiles, hay algo mal con nuestra forma de vida cuando las personas pueden ser maltratadas por el color de su piel.