Ginarely Valencia.
Bajo tierra hay otro México. Ese que acalló las voces y transformó los rostros en osamentas.
Sigilosamente, miles de moscas y escarabajos acechan cadáveres que se encuentran en las fosas clandestinas. Los insectos necrófagos, son los testigos silenciosos utilizados por la entomología forense para obtener pruebas que lleven a la identificación de los restos humanos.
Con palas, picos y machetes integrantes de la agrupación “Las Rastreadoras del Fuerte” tratan de poner fin a su zozobra. Entre las capas de tierra buscan a sus familiares desaparecidos. Decidieron hacer el trabajo que las autoridades dejaron.
La búsqueda de su hijo llevó a Mirna Nereyda Medina Quiñonez a formalizar una organización civil en septiembre del 2014 en Los Mochis, Sinaloa.
Al acudir a las autoridades y preguntar dónde buscan, ellos me dijeron que ellos no buscaban que simplemente cuando se encontraba un cuerpo, es porque alguien les avisaba, entonces empecé sola a buscar a mi hijo por las orillas de los caminos, por las orillas de las vías del tren, por los ríos, por canales. Y poco a poco se me fueron uniendo familias que también tenían una persona desaparecida. A los dos meses ya éramos 38 familias que ya estamos buscando
Dos veces por semana, una brigada de “Las Rastreadoras del Fuerte” salen a indagar cada metro cuadrado de los terrenos sinuosos. En los últimos cinco años han encontrado alrededor de 200 cadáveres.
CIFRAS ATERRADORAS
Las cifras no son certeras. En el estudio ‘Violencia y Terror: Hallazgos sobre Fosas Clandestinas en México 2006-2017‘ -realizado por la Universidad Iberoamericana en coordinación la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos y Artículo 19- se revela que de acuerdo con procuradurías y fiscalías estatales de 2006 a 2017 se hallaron mil 606 fosas clandestinas, de las cuales, fueron exhumados dos mil 489 cuerpos. La Fiscalía General de la República (FGR) sólo ha identificado el seis por ciento de los restos exhumados.
En agosto de 2019, por primera vez el gobierno de México oficializó la cifra: de 2006 al octavo mes de 2019 se hallaron tres mil 24 fosas clandestinas con 4 mil 974 cuerpos.
Ante esta situación, la Organización de las Naciones Unidas confirmó que los servicios forenses mexicanos están rebasados. En su visita a México en abril de 2019, Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, calificó estos datos como aterradores.
Se requiere mayor capacidad tecnológica para generar, hay bancos de datos que se han tomado de las familias todo este tiempo para estudiar el DNA que permita luego hacer la comparación con los cadáveres, con los restos que se han encontrado pero estos bancos están desordenados, desintegrándose
IDENTIFICACIÓN A TRAVÉS DE INSECTOS
En las indagatorias de las fosas clandestinas, muchas veces pasan desapercibidos pero en sus diminutos cuerpos guardan información que puede contribuir a la resolución del crimen y la identificación de la víctima. Se trata de los insectos necrófagos. Los más comunes y abundantes son las moscas pero también es posible encontrar escarabajos que avizoran la escena del crimen y colonizan la materia putrefacta.
Carlos Pedraza Lara, responsable del Laboratorio de Entomología Forense de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), asegura que los insectos son una alternativa para la identificación humana cuando el cuerpo está en estados avanzados de descomposición.
Entonces si una larva se alimentó de un cadáver humano por ejemplo, cierta porción del tejido que no se ha digerido del todo, puede ser utilizada, y que queda en su extracto digestivo, puede ser utilizado para hacer un perfil genético de aquel cadáver del cual se alimentó
En 2013, un estudio en el que participó la UNAM, el Instituto de Ciencias Forenses y el Poder Judicial de la Ciudad de México determinó que con pruebas de cinco larvas de mosca es posible obtener la cantidad mínima de ADN (Ácido Desoxirribonucleico) para realizar un análisis genético.
Examinaron dos especies de moscas (Phaenicia seicata y Calliphora vicina) de 18 cadáveres y concluyeron que el material gástrico de las larvas es un recurso eficiente para la identificación, ya que cuando el cuerpo presenta un estado avanzado de descomposición no es posible obtener ADN de tejidos blandos para realizar un perfil genético y cuando se emplea hueso, implica un largo procedimiento que se puede prolongar por semana o meses.
Sin dejarse vencer, “Las Rastreadoras del Fuerte” exploran las entrañas del subsuelo mexicano. Han hallado cuerpos en estado avanzado de descomposición con las ropas desgarradas, fragmentos de músculos rígidos, restos de hueso y piel. La señora Mirna Nereyda asegura que cuando encuentran ‘un tesoro’ -como le nombran cuando encuentran un cadáver– saben que le devolverán la tranquilidad a una familia aunque no dejan de estar los sentimientos negativos.
Cuando estás destapando el cuerpo, cuando estás sacando el cuerpo ahí vienen los sentimientos encontrados. Te da rabia, te da coraje, impotencia porque tampoco queremos encontrarlos así porque de principio los buscamos en vida, es algo que hemos estado haciendo buscarlos primero que nada vivos pero desgraciadamente la mayoría los hemos encontrado en fosas clandestinas. Es un sentimiento muy triste, de rabia y de impotencia
El tiempo y el medio ambiente poco a poco disuelven los indicios que pudieran servir para identificar un cadáver que se encuentra en una fosa clandestina pero los insectos son los últimos en abandonar la escena del crimen.
El investigador de la UNAM asegura que se pueden obtener respuestas a través del estudio de estos organismos milimétricos para definir el tiempo estimado de la muerte de una personas, si consumió alguna sustancia, incluso, conocer su identidad.
Nosotros estamos planteando la posibilidad de hacer un protocolo estandarizado para la recolecta de fauna que pueda servir para la identificación. Muchas veces puede ser útil cuando ya el proceso de descomposición es muy avanzado o quizá no se quiere dañar los restos óseos, se puede usar a la fauna para identificar, por ejemplo. Es algo que se hace con relativa facilidad, porque ellos incorporan a sus tejidos mucho del material que tienen los cadáveres
Cómo fue la muerte, si fue enterrado total o parcialmente, a qué profundidad se encuentra y el tipo de vestimenta, son algunos de los aspectos que influyen en las especies que llegarán a alimentarse del cadáver.
Para el investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), Moisés Tejocote Pérez, quien fue perito durante cinco años en lo que era la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, la región y las condiciones atmosféricas también determinan la presencia de los insectos cadavéricos.
Cuando es una fosa, normalmente no están profundo hay todavía oxígeno, entonces el mismo oxígeno del suelo, la microbiota del suelo y la microbiota que llevamos acelera la degradación. No es lo mismo que el cuerpo esté sepultado y esté en condiciones anoxigénicas en una cripta o en el suelo sepultado, como normalmente se hacen tumbas, que en una fosa normal que está en contacto con el suelo. Primero porque el estado de descomposición tú lo puedes acelerar cuando esta directamente con el suelo porque ahí hay otro tipo de microorganismos que ayudan con la degradación
La labor, desde 2014, de Fray Martín Pérez Villegas como entomólogo forense de la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo ha permitido resolver varios crímenes. También en su experiencia ha logrado identificar algunas especies de insectos que son características de entierros clandestinos.
La entomología forense cuenta con un papel muy importante porque se observó que hay algunas especies que pueden colonizar cadáveres en fosas clandestinas diferentes a los que encontramos en los entierros normales. Hay una familia de escarabajos llamados Nitidúlidos o Nitidulidae cuyas larvas y adultos pueden colonizar muy fácilmente cadáveres que están enterrados a una profundidad mayor a un metro y medio de profundidad. El tiempo de muerte puede oscilar entre los cuatro hasta los 12 meses
RETOS DE LA ENTOMOLOGÍA FORENSE
La Universidad Nacional Autónoma de México marcó un precedente en 2016 al abrir el Laboratorio de Entomología Forense para analizar las especies de fauna cadavérica que puedan ser de importancia médico-legal.
Pese a estos avances de la ciencia, México está rezagado en cuanto a investigación comparado con otros países, incluso, de América Latina. De acuerdo con una investigación de Pedraza Lara, hasta 2017 se contabilizaron 16 grupos académicos en distintas universidades e institutos, así como algunos especialistas que estudian aspectos distintos de entomología forense en instancias de procuración de justicia locales.
Las ciencias forenses están en pleno desarrollo en nuestro país, en otros países nos llevan en general en varias disciplinas forenses varios años de ventaja. Han empezado a especializarse y a formar protocolos y a formar una serie de procedimientos en disciplinas forenses de hace ya quizá un par de décadas, incluso. En América también en países como Brasil como Colombia, tienen una historia más larga ya de desarrollo de entomología forense.
ENTOMOLOGÍA FORENSE: LA ALTERNATIVA
Ante la emergencia forense en la que se encuentra sumido México, la entomología es un campo científico que facilitaría información de relevancia a los procesos legales.
En los insectos se pueden encontrar respuestas ante un hecho delictivo, sin embargo, el camino aún es largo. Primero se deben generar protocolos que cuenten con el rigor suficiente para que la información pueda ser aplicada en la procuración de justicia, como revela el estudio del investigador de la UNAM.
En México la profesionalización y la mayor atención a los servicios periciales y a las disciplinas forenses tienen menos años y están en pleno desarrollo la mayoría de ellas. No solamente a nivel de aplicación, de capacitación sino también de investigación, estandarizar protocolos, procedimientos, conocer qué tanto podemos aplicar una herramienta u otra, en qué casos, y de establecerlo en un marco legal e integrar todo ello en un marco legal
Para el también biólogo de la UAEM, Fray Martín Pérez Villegas, se requiere de mayor presupuesto e impulsar programas académicos para formar a más especialistas en ciencias forenses.
No falta mucho porque ya las fiscalías lo están viendo, el problema es que no existen muchas personas capacitadas o con el ímpetu de hacer entomología forense, lo que en mi caso logré hacer en el estado de Hidalgo. Necesitas una persona que le apasionan los muertos y los insectos y junten ambos para crear la entomología forense. Y sobre todo que no le den miedo los juicios laborales, porque esos si dan miedo, sobre todo cuando te enfrentas a al abogado de la defensa no sabes ni lo que te va a tocar
México es una fosa gigante, así califica la señora Mirna Nereyda la situación que vive el país. Después de tres años de búsqueda, en 2017, con sus propias manos desenterró el cuerpo de su hijo de una fosa clandestina ante la omisión de las autoridades.
Hoy el colectivo “Las Rastreadoras del Fuerte” de Sinaloa trabaja para que cuerpos sin nombre dejen de ser una cifra aterradora más.
Cuando ya vemos que es un cuerpo, ya nosotros hacemos el llamado al 911 para que se acerque la fiscalía y haga la cadena de custodia para esto ya nosotros tenemos la información casi completa del cuerpo, como de lo que es la ropa, la posición en la que estaba y características en los dientes y cabello. Entonces nosotros hacemos el trabajo de investigación, hacemos el trabajo de fotografía
Tal vez, todavía no conocemos el desenlace del México que está debajo de nuestros pies pero la entomología forense abre una oportunidad para resolver los crímenes y devolverle un poco de certidumbre a las personas que excavan para encontrar a sus familiares desaparecidos.