Daniela Sandoval Álamo.
En náhuatl su nombre significa “flor de muchos pétalos” y su color anaranjado predice la llegada del otoño en México. La flor de cempasúchil es, sin duda, uno de los elementos más representativos de la celebración del Día de Muertos, una festividad que está muy apegada a la identidad mexicana y que, incluso, es reconocida a nivel internacional.
Pero en últimas fechas ha crecido una inquietud sobre si estamos comprando auténtica flor mexicana o si se trata de una flor de origen chino.
Aunque la flor de cempasúchil es una especie endémica del continente americano, que abarca 58 especies y de las cuales México posee 35, de acuerdo con el Instituto de Ecología, la flor que se utiliza para enmarcar las ofrendas de nuestros difuntos ya no provienen de semillas mexicanas, como lo explica el académico de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Autónoma del Estado de México, Efraín Morales Pérez.
Desde 1980 a la fecha todas las semillas son de importación porque se ha descuidado la investigación y la mayoría de los productores usar semillas de importación
El académico de la UAEMéx, que además se dedica a la producción comercial florícola, señala que el cempasúchil que siembran en macetas la mayoría de los productores actuales, y que es el tipo de flor que más se compra, es resultado de una hibridación importada del extranjero.
Los extranjeros utilizaron todo el material vegetativo y han trabajado por mucho tiempo llevándose las semillas de líneas originales para mejorarlas genéticamente lo que beneficia a los productores.
Sin embargo, estas flores no son transgénicas, es decir, su estructura genética no ha sido modificada o la función de sus genes, sino que únicamente se le han hecho mejoras en cuanto a su estética y en la solución de algunos problemas en la producción de flores como las plagas, lo que se traduce en menos inversión de agroquímicos, pesticidas o fungicidas.
Como productor si las semillas garantizan flores homogéneas, de un mismo color y estéticas se agradece porque la producción va a la segura y no hay pérdidas, es la ventaja que, aunque no son mexicanas las empresas, nos favorecen lamentablemente. Estos cultivos no tienen problemas de plagas ni enfermedades por lo cual representa menos inversión para el productor
En las instalaciones de la Facultad de Ciencias Agrícolas, la producción en maceta de cempasúchil se realiza bajo un techo translúcido de plástico, donde participan estudiantes y académicos.
La germinación comienza la segunda semana de julio, para que a más tardar en el mes de agosto, se puedan trasplantar a las macetas y los botones de la flor puedan abrirse durante octubre, previo a las celebraciones del Día de Muertos.
Este mismo procedimiento se replica en Villa Guerrero, Tenancingo, Tenango del Valle, Texcoco y Atlacomulco, los municipios mexiquenses con mayor producción de flores en maceta, de acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera.
Pero no toda la producción del cempasúchil se realiza en invernaderos.
Los campos que resplandecen de un naranja inconfundible, también pintan de este color a comunidades como San Francisco Putla, en el municipio de Tenango, donde el cempasúchil para corte es la principal actividad de su población. Sin embargo, este tipo de flor es menos consumida con el paso de los años, según señala Morales Pérez.
El cempasúchil macho es el original, el de la flor de corte, pero la gente no lo quiere porque se ve fea y no la compran. Algunos productores de flor de corte se sienten desplazados por la flor en maceta porque también es más fácil cuidar y más duradera. Además, esta flor dura máximo tres días, y las que están en maceta pueden durar hasta diciembre.
En las zonas rurales, la flor de cempasúchil para corte, y que se siembra en el campo, es la tradicional para las ofrendas y altares de los difuntos. Una parte de los productores de estas zonas todavía utilizan la semilla nativa que la propia gente ha manejado por generaciones.
No obstante, el académico de la Facultad de Ciencias Agrícolas puntualizó que esta tradición también se ha perdido debido al trabajo que representa cuidar esta flor para que toda la siembra se dé y los pétalos luzcan lo más uniformes posible, situación por la que muchos productores han optado por sembrar en macetas donde su inversión en mínima y se garantiza que el 99 por ciento de las semillas que cultivan, germinen.
Pocos son los que aún usan semillas originales por lo que representa, con los años se van degenerando las semillas autóctonas. De la flor para corte en campo solo hay una variedad que es la que se suele vender en mercados por ramos grandes, no como decoración.
El abandono de la producción de cempasúchil originaria de nuestro país sigue la misma ruta que otras especies de flores como la Nochebuena, e, incluso, que el maíz, de cuyos cultivos se han beneficiado otros países.
Nuevas variedades de esta flor, usada desde tiempos prehispánicos en las ofrendas dedicadas en honor a sus difuntos como un símbolo de la vida y la muerte y que, incluso, se utilizaba en la actividad textil y alimentaria, nacen ahora de semillas importadas propiedad de empresas multinacionales que han apostado a la comercialización y que ganan en el mercado, contrario a la flor originaria, por ser más rentable para los productores.
De acuerdo con el académico, Efraín Morales Pérez, esto se debe principalmente a la falta de apoyo y recursos económicos para los floricultores, así como para la investigación científica en este ramo, sin mencionar la desatención al campo mexicano.
No se ha visto como un negocio beneficioso, no ha habido interés ni inversión. Los floricultores no se sienten cobijados y no hay flores hechas en México aunque es el centro de origen porque no se les ve la rentabilidad inmediata.
El también productor, asegura que volver a cultivar flor de cempasúchil mexicana implicaría una gran inversión de dinero y tiempo que las instituciones no están dispuestas a gastar.
Las empresas extranjeras dominan el mercado de las semillas. Se requiere mucha investigación y es a largo plazo, mínimo siete años, son muchos recursos porque ahora se pagan regalías de miles de dólares para generar una semilla propia de cempasúchil, implica más recurso lo que también representaría dar más cara la flor y el consumidor no siempre quiere pagar el costo.
Sin embargo, no todo está perdido. El Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas trabaja, desde 2008, en proyectos de mejoramiento genético con la participación de comunidades de Morelos, Hidalgo, Jalisco y el Estado de México, en un esfuerzo para mantener la producción mexicana de flor de cempasúchil.

A través de la Red Cempoalxóchitl se creó un banco de germoplasma donde se resguarda la diversidad genética del género Tagetes, una de las 35 especies de cempasúchil que se encuentran en México y la más usada para recordar a los difuntos. Con este proyecto también se implementan trabajos de caracterización, mejoramiento y desarrollo de nuevas variedades.
Si bien en México, la flor de cempasúchil es producida de dos diferentes maneras: la primera es por flor de corte y la otra, la que se produce en maceta, de acuerdo con el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas, esta última ha ganado terreno en el mercado ya que representa el 40 por ciento del total de ventas de los floricultores.
Y es que en términos de negocios, a los productores les beneficia más sembrar en macetas, pues la semilla no vuelve a germinar y año con año las personas vuelven a comprar flores de cempasúchil, un círculo virtuoso como lo señala el académico auriverde, ya que anualmente se generan empleos.
Sí existe esa añoranza entre los productores de que antes año con año la semilla germinaba, pero también se les da un valor agregado a estas nuevas producciones porque hay cultivos intensivos y generan más empleos los que producen macetas por ejemplo, los que realizan recolección de sustrato.
El académico universitario lamentó que un elemento representativo de nuestra identidad haya sido arrebatado a México por ser visto como una oportunidad de negocio en otras partes del mundo aunque, en contraste, ahora representa un beneficio económico para los productores.
Por este motivo, consideró que ya sea que las personas opten por comprar flor de cempasúchil en maceta o de campo, cualquiera de las dos elecciones beneficiará a los productores mexicanos. Sin embargo, advirtió que si lo que se desea es conservar a la flor de cempasúchil como parte de nuestro patrimonio nacional, se requiere interés y apoyo por parte de las instituciones para recuperar la producción mexicana de la flor que honra a nuestros difuntos.